Es un cuento que aportó al folklore literario
Zárraga (1948), en el que se narra lo
siguiente: Tío Tigre estaba muy seguro
de la imposibilidad de poner mano al Conejo, y estuvo pensando por espacio de
mucho tiempo la manera de atraparlo de una vez por todas. Por lo tanto lo
convidó a los demás animales de la selva a una reunión secreta en su casa. Manifestó
a todos los presentes que él iba hacerse el muerto y que ellos debían hacer
correr la noticia, pero que era muy importante que Tío Conejo lo supiera, ya que él tenía una cuentecilla pendiente con el Tigre, y así concurrieron el
acto velatorio en la mansión campestre.
Los animales corrieron el rumor. De todas partes fueron a darle el pésame a
Dona Tigra. Sólo brilló por su ausencia el Conejo. Tío Tigre, entonces envío a
Don Gato para que le avisara. Este, al llegar a la guarida del solicitado
le dijo: -tío Conejo, ¿usted no piensa
ir al velorio de Tío Tigre?... El aludido fingiendo mucha tristeza y mostrándose
admirado por aquella funesta noticia le respondió: - ¡No me diga Don gato!...
¿A qué hora murió Tío Tigre?... A las cuatro de la mañana Tío Conejo. Si es
así, dentro de un rato me vestiré para i a darle el sentido pésame a la viuda…
Váyase usted adelante, que yo iré más tarde, Nos veremos en la casa del
difunto. El Gato regresó al sitio de partida…Pasaron horas y horas… Tío tigre
desesperado por la tardanza de su adversario, resolvió enviar al Tío Zorro. El muy astuto zorro paso por el frente de la
casa del Conejo y desde afuera dijo: -Tío Conejo, ¿usted irá al velorio de Tío
Tigre?... –si…si voy… ¡Cómo no voy ir!...a lo que Tío Zorro respondió:
¡Entonces venga conmigo…!Así me hará
compañía!...y ambos marcharon hacia el velorio. Sin embargo, Tío Conejo al
notar el gran interés de sus amigos para que fuera a la casa del difunto, se dio cuenta que se trataba de un complot
contra su persona y se hizo el inocente. Su presentimiento y su instinto de
conservación, se pusieron en evidencia cuando el vio el rostro de hipócrita de
su acompañante y el interés muy grande que éste mostraba en llegar pronto al
lecho de muerte del Señor Tigre; y se limitó a decir: No se preocupe tanto por mí, Tío Zorro que pronto entraré a ver el
cuerpo inerte del fallecido y a darle mis condolencias a la sufrida viuda.
El zorro seguía insistiendo. Entonces Tío Conejo, muy acongojado, se acercó
pausadamente a la puerta y al ver tendido en su camota al felino, desde aquel
sitio con su voz chillona gritó: ¡Si el
muerto suspira y se estira, está muerto de verdad…!
El tigre creyendo que Tío Conejo ya había caído en
sus garras y así saciaría su sed de venganza, al oír aquellas palabras de Tío Conejo, se estiró perezosamente y
suspiró a todo pulmón. Tío Conejo al verlo, dio media vuelta y dirigiéndose
a la concurrencia, exclamó burlonamente: ¡Muerto
que suspira y se estira, no está muerto de verdad!...Desapareció a todo
correr y se perdió a través del monte, dejando a Tío Tigre más furioso que
nunca…
Twitter: @mariaauxig