Es
un cuento facilitado por Hernández (1948), que se refiere a un Rey que tenía
una hija muy bonita, pero que era orgullosa y presumida, ella trataba muy mal
al servicio y le gustaba hacer maldades a cuantos animalitos encontraba en su
camino.
Su
padre la aconsejaba y le decía que todo aquello estaba mal hecho, pero ella no
le hacía caso.
Cierta tarde la princesita paseaba por la orilla del mar y
al ver que un pececillo que andaba jugando por allí le mojó sin querer el
vestido, se puso furiosa y comenzó a tirarle piedras. No contenta con esto
se metió dentro del agua para castigarlo. Ya lo tenía en sus manos, y al tratar
de golpearlo, se le apareció de pronto un genio del mar, quien
reprendiéndola le dijo: - Princesa malcriada y consentida: eres muy mala con
los animalitos de Dios y con todo el mundo. Además eres muy vanidosa y
mereces un buen castigo. Por lo tanto, voy a convertirte en la sardina más
insignificante de este reino del océano.
Tan pronto como el encantador terminó
de decir aquello y de pronunciar ciertas palabras mágicas, la niña quedó convertida en una sardina, con
la obligación de servir a los demás peces del mar. Trabajaba, tanto y tanto
que nunca tenía tiempo para arreglarse y asomarse a la ventana del ranchito
submarino donde vivía. Ninguno de los otros peces le hacía caso, todos se
divertían, pero nadie la invitaba a jugar, ni sentían compasión por ella; el
mismo genio en persona la ponía a limpiar las ventanas y el piso de su casota.
Transcurría el tiempo y la
princesa estaba muy sola en el fondo del mar, pero lo más importante, ella
consideraba que se merecía todo aquello por haber sido malcriada, desobediente,
presumida y por todo lo que había hecho.
Una mañana, estaba sentada a la
puerta de su choza, muy triste y pensativa, vio que algo raro flotaba en la
superficie del agua. Llevada por la curiosidad, se acercó a morderlo y quedó
prendida por la boca. La persona que
había tirado aquel anzuelo al mar era un príncipe, quien al sacar la sardinita
a tierra, quedó admirado al ver, que el pequeño pez, como por obra de magia se
había convertido en una joven muy hermosa, enseguida no pudiendo resistir la pasión el
príncipe le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó. Se casaron y fueron muy
felices. La princesa Sardinita había dejado de ser malcriada.
Desobediente y orgullosa, trataba con buenos modales a todo el mundo y nunca
más volvió a meterse con los animalitos del monte ni con los pececillos que
jugaban en las playas del mar.
“Este
cuento deja una enseñanza muy hermosa: La humildad es una gran virtud”. Fuente: Columna Horizonte Cultural, Semanario NOTILLANOS- San Fernando de Apure, del 21 al 27 de Octubre 2005. María A. Gómez de Pérez
Me gusto mucho el cuento. Muy original dl blog
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